¿Cómo puedo cuidar mis joyas de plata?
Una joya de plata natural sin tratar rara vez requiere mantenimiento extraordinario, aunque la usen todos los días, siempre y cuando se use con cuidado. Tal es así, sobre todo, cuando la joya se limpia periódicamente con delicadeza y si se guarda de la manera adecuada.
El uso diario normal y los agentes atmosféricos (como la humedad, el aire, la temperatura y el nivel de contaminación medioambiental), el contacto con los cosméticos y la transpiración de la piel pueden contribuir a alterar el brillo de las superficies de plata y a modificar el aspecto original de los acabados que se aprecian en la superficie de algunos modelos.
El fenómeno que altera el brillo de la plata y modifica su aspecto, haciendo que los colores se vuelvan más oscuros y opacos, en inglés se conoce con el nombre científico de “tarnishing”. Es lo que comúnmente denominamos “oxidación”, fenómeno muy estudiado en metalúrgia.
La magnitud y la velocidad de dicho fenómeno no se pueden prever porque dependen de varios factores.
A fin de tener bajo control el problema de la oxidación y para hacer que merme, es conveniente impedir que las joyas de plata entren en contacto con detergentes, cremas, perfumes y con el agua. Y, en particular, con el agua de la piscina (contiene cloro) y de las fuentes termales (contiene azufre). Es conveniente repasar con regularidad la superficie de la joya con un paño suave. Pero, al hacerlo, hay que prestar mucha atención al acabado de la joya y a las piedras que lleve.
Efectivamente, cuando la joya lleva piedras engarzadas y ostenta acabados superficiales, como el bruñido, hay que tener más cuidado que de que costumbre y es preferible optar por una limpieza profesional. En cambio, si la joya es de plata en un 100%, es fácil conservar su brillo, usando productos específicos para pulir la plata, siempre y cuando no sean excesivamente agresivos.
Por último, para preservar las joyas, una buena costumbre consiste en guardarlas por separado en sobres o estuches individuales, limpios y de textura suave. Guárdelas en lugares secos, lejos de toda fuente de calor y, en general, al margen de agentes que puedan estropearlas.